domingo, 10 de enero de 2010

3. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1808-1833)





I. LA CRISIS DE 1808 Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Repercusiones de la Revolución Francesa y alianza con Napoleón
El recién ascendido al trono Carlos IV (1788-1808) y sus gobierno desde el momento en que se inició la revolución en Francia intentaron evitar cualquier “contagio” revolucionario procedente del país vecino a través del control de las aduanas y una estricta censura ( renacer de la Inquisición ). En 1792 Carlos IV nombró ministro al favorito de la reina, Manuel Godoy, guardia de origen plebeyo que se convertiría en la figura clave del resto del reinado.
La ejecución de Luis XVI en 1793 provocó la ruptura de la tradicional alianza con Francia (Pactos de Familia). España se unió a una coalición internacional denominada Guerra de la Convención pero fue derrotada de forma rápida. El fracaso precipitó la firma de la Paz de Basilea, por la que nuestro país volvió a la tradicional alianza con Francia contra Inglaterra (Tratado de San Ildefonso 1796).
Debido a la debilidad de Godoy y al ascenso de Napoleón, se iniciaba en España una creciente dependencia de la política exterior francesa y, como consecuencia, enfrentamiento con Inglaterra: victoria sobre Portugal (aliada de Inglaterra) en la “Guerra de las Naranjas" y la catástrofe naval de la armada franco-española frente al almirante inglés Nelson en Trafalgar en 1805.
La derrota naval de Trafalgar desbarató el poder marítimo español, el comercio con América sufrió una drástica disminución y la crisis económica generó un enorme déficit del Estado. A pesar de estos fracasos Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau en 1807 por el que autorizaba la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el propósito de invadir Portugal.
Godoy era muy criticado por la nobleza, contraria a tener a un plebeyo de gobernante, y por el clero que temía los intentos de desamortizar sus tierras. Esto provocó la formación de un grupo de oposición en torno al Príncipe de Asturias, Fernando, que rápidamente se puso a maniobrar para acabar con el gobierno de Godoy.
La Guerra de la Independencia
Pronto se hizo evidente que la entrada consentida de las tropas napoleónicas se había convertido en una verdadera ocupación. Consciente de ello, Godoy preparó la huida de la Corte hacia Andalucía y se desplazó a Aranjuez.
Allí sus planes se van a ver frustrados el 19 de marzo de 1808 cuando estalló un motín popular organizado por la facción de la Corte partidaria del príncipe de Asturias. El Motín de Aranjuez precipitó la caída de Godoy y, lo más importante aún, obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo con el título de Fernando VII.
El enfrentamiento entre Fernando y Carlos IV tenía un único árbitro posible. Napoleón llamó a padre e hijo a Bayona en Francia y les forzó a abdicar en su hermano José Bonaparte. Fueron las Abdicaciones de Bayona por las que los Borbones cedieron sus derechos a Napoleón. Tratando de atraerse a los ilustrados, el nuevo monarca José I publicó el Estatuto de Bayona (1808), carta otorgada que concedía algunos derechos liberales.
Ante la evidencia de la invasión francesa, el descontento popular acabó por estallar: el 2 de mayo de 1808 se inicia una insurrección en Madrid abortada por la represión de las tropas napoleónicas. Los días siguientes los levantamientos antifranceses se extienden por todo el país. Se inicia la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Tras el levantamiento general contra los invasores, las tropas españolas consiguieron algún triunfo como la victoria de Bailén en julio de 1808. Para poner fin a la insurrección, el propio Napoleón, al frente de 250.000 hombres, vino en otoño a la península ocupando la mayor parte del país especialmente las ciudades mientras que las zonas periféricas y las montañosas resistieron y se inició la "guerra de guerrillas", pesadilla del ejército francés. También destacaron los “sitios” que sufrieron varias ciudades al negarse a capitular (Zaragoza, Gerona)
Durante seis años, se enfrentaron el ejército francés, con el apoyo de los "afrancesados", y la guerrilla española, formada por antiguos militares españoles y campesinos, ayudados por el ejército británico enviado a la península.
1812 fue el año decisivo porque Napoleón retiró tropas para Rusia y esto fue aprovechado por el ejército del general británico Wellington que, junto con españoles y portugueses, derrotó sucesivamente a los franceses (Arapiles, San Marcial). La península fue liberada casi y, tras la catástrofe en Rusia, un Napoleón debilitado devolvió la corona a Fernando por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) y las tropas francesas abandonaran el país.
En este conflicto la población civil padeció los efectos de lo que se ha denominado la primera “guerra total” con un balance aterrador: cientos de miles de muertos, gran destrucción de patrimonio y de la incipiente industria.
II. LA REVOLUCIÓN LIBERAL: LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812
Las Juntas Provinciales y la Junta Central
Pese a que los Borbones habían ordenado que se obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron a obedecer a una autoridad que se veía como ilegítima. Para llenar ese vacío y organizar la espontánea insurrección contra los franceses se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía. En septiembre éstas constituyeron la Junta Central que asumió los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno.
Fruto de esta nueva situación, la Junta Central convocó reunión de Cortes extraordinarias, medida revolucionaria al no estar presente el rey. Finalmente, en 1810, la Junta cedió el poder a un Consejo de Regencia. Así, la guerra de independencia desencadenó la quiebra de la monarquía absolutista del Antiguo Régimen e España.
Las Cortes de Cádiz
La celebración de elecciones en situación de guerra propició que en las Cortes predominasen los elementos burgueses procedentes de las ciudades comerciales del litoral. Las sesiones de Cortes comenzaron en 1810 en Cádiz, la única ciudad libre de tropas francesas, y muy pronto se formaron dos grupos de diputados enfrentados:
• Liberales: partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la revolución francesa.
• Absolutistas: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental).
La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: realizar reformas que acabaran con el Antiguo Régimen y aprobar una Constitución que cambiara el régimen político del país. Las principales reformas de las Cortes de Cádiz en el periodo 1810-13 fueron:
• Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales. Sin embargo, la nobleza mantuvo la propiedad de casi todas sus tierras.
• Abolición de los gremios y libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación
• Supresión de la Inquisición
• Libertad de imprenta
• Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.




La constitución de 1812
Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”, este texto legal fue la primera constitución de España y está considerada como uno de los grandes textos liberales de la historia, siendo muy célebre en su tiempo. Estos son los rasgos principales de la Constitución:
• Soberanía nacional. El poder reside en la nación, idea opuesta a la soberanía real.
• División de Poderes.
1. Poder legislativo: Cortes Unicamerales
2. Poder judicial: tribunales (iguales para todos)
3. Poder ejecutivo: Rey, pero con importantes limitaciones:
- No puede disolver las Cortes
- Sus órdenes deben ir validadas por la firma del Ministro correspondiente
- Nombra a los ministros, pero éstos deben ser refrendados por las Cortes (“doble confianza”).
• Sufragio universal masculino indirecto de complicado procedimiento. Todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados.
• Igualdad de los ciudadanos ante la ley que supuso el fin de los privilegios estamentales. El pago de impuestos y el servicio militar son obligatorios a todos.
• Derechos individuales: a la educación, inviolabilidad del domicilio, libertad de expresión y de la propiedad.
• Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se derogaron explícitamente.
• El catolicismo es la única confesión religiosa permitida. La necesidad de contar con la colaboración del clero en la lucha contra los franceses explica este rasgo intolerante
III. EL REINADO DE FERNANDO VII:
El sexenio absolutista (1814-1823)
Tras el Tratado de Valençay (1813) Fernando VII se preparó para regresar a un país donde gobernaban unos principios políticos completamente contrarios a sus convicciones absolutistas. El monarca demoró su regreso a Madrid tanteando la situación ante la cada vez más evidente debilidad de los liberales en el interior del país.
Fernando VII entró en España en marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones populares. En abril un grupo de diputados absolutistas le presentó un documento conocido como Manifiesto de los Persas, en el que reclamaban la vuelta al absolutismo. Finalmente el rey se decidió y emitió un decreto que disolvía las Cortes, abolía la Constitución, las leyes y reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz y restablecía el absolutismo.
Mientras en Europa se estaba reorganizando el equilibrio de Europa tras Napoleón, Fernando VII se mostró desinteresado por los asuntos externos. Así, pese a haberse enfrentado con el emperador francés, España quedó marginada por las potencias vencedoras de Napoleón en el Congreso de Viena de 1815. España, destrozada por la guerra de Independencia, quedó relegada a un papel secundario en el plano internacional.
Con un país arruinado por la guerra Fernando VII, defensor del mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara los ingresos de un Estado en quiebra por temor a perder el apoyo de los privilegiados.
La labor del gobierno de Fernando VI se centró en la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta. Miles de “afrancesados” tuvieron que exiliarse del país y se inició una dura persecución contra los liberales. Muchos militares, entre ellos antiguos héroes de la guerra de la Independencia, defendían posturas liberales y para hacer frente a la represión se integraron en sociedades secretas de ideología liberal como la masonería. Estos militares protagonizaron diversas intentonas de golpe militar o pronunciamiento: Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815, Lacy en 1817… Todos los intentos de golpe fueron duramente reprimidos.
El trienio liberal (1820-1823)
Finalmente, un pronunciamiento liberal terminó por triunfar en Cabezas de San Juan. El teniente coronel Riego, al frente de un ejército que se preparaba a partir hacia América a luchar contra los rebeldes, proclamó la Constitución de 1812. La insurrección se generalizó y Fernando VII, atemorizado, juró la Constitución.
Por primera vez se aplicaba la Constitución de 1812 en una situación de paz y con el monarca en el país. Fernando VII, convencido absolutista, trató de obstruir desde un principio la labor de los gobiernos liberales y el normal funcionamiento constitucional. Esta actitud del rey va a provocar una fractura política que se extenderá durante décadas: la escisión de los liberales.
 “Doceañistas”: pretendían modificar la Constitución buscando un pacto con el Rey (futuros moderados).
 “Veinteañistas” pedían la aplicación estricta de la Constitución de 1812. Conocidos también como los “exaltados”, serán los futuros progresistas
El gobierno liberal del Trienio aplicó una política anticlerical: expulsión de los jesuitas, abolición del diezmo, supresión de la Inquisición, desamortización de los bienes de las órdenes religiosas, etc. Estas medidas trataban de debilitar a una poderosa Iglesia opuesta a la desaparición de sus privilegios y del Antiguo Régimen.
Debido a la política anticlerical y a la crisis económica surgieron movimientos de protesta contra el gobierno liberal. Esta contrarrevolución realista se concretará en la aparición de una guerrilla de campesinos influenciados por la Iglesia en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Alentados por las protestas, la oposición absolutista se aventuró a crear un gobierno absolutista en los Pirineos, alternativo al liberal de Madrid.

FIN DEL TRIENIO LIBERAL: Las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria, Rusia y Francia) vencedoras sobre Napoleón y coaligadas (Santa Alianza) se comprometieron a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los principios de la Restauración (absolutismo, antiguo régimen). Así, reunidas en el Congreso en Verona, acordaron la intervención en España y en 1823 un ejército francés, conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, entró y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país y puso fin al gobierno liberal en Cádiz reponiendo como monarca absolutista a Fernando VII.
La década ominosa (1823-1833)
El mismo día en que Fernando VII fue “liberado” por los “Cien Mil Hijos de San Luis” promulgó un decreto que anulaba todo lo legislado durante el Trienio. El monarca trataba de nuevo de volver al absolutismo y al Antiguo Régimen y se inició la represión contra los liberales. La presión de Francia ante la violencia con la oposición y contra la Inquisición, que tenía mala fama en Europa, llevó al rey a declarar una amnistía y a no restablecer el Santo Oficio (se crearon Juntas de Fe con parecidas funciones).
En 1824 y tras una larga guerra se perdieron casi todas las colonias del imperio americano en la batalla de Ayacucho lo que agravó la difícil situación de la Hacienda. Los problemas económicos forzaron al rey a hacer tímidas reformas, próximas al despotismo Ilustrado, para intentar atraerse a la burguesía de Madrid y Barcelona. Estas reformas son mal vistas por los sectores tradicionalistas de la nobleza y el clero que se alejarán del rey. Fernando VII, sin dejar de defender el absolutismo, se vio obligado a iniciar un acercamiento a algunos liberales moderados. El bando absolutista se agrupó en torno al hermano menor del rey, Carlos María Isidro que, ante la falta de descendencia real, se veía como futuro sucesor de su hermano en el trono. Los hechos más importantes de esos años fueron:
- Conspiraciones liberales (Torrijos) que fracasaron y llevaron al rey a disolver el ejército y a pedir a Francia el mantenimiento de los Cien Mil Hijos de San Luis hasta que se reorganizasen las fuerzas armadas.
- Sublevaciones ultrarrealistas de campesinos dirigidos por el clero cuyo ideario era una mezcla de ultracatolicismo y malestar social. Pedían la vuelta de la Inquisición, la persecución a los liberales, etc. (revuelta de los Malcontents en Cataluña).
- Reforma de la Hacienda que permitió un cierto equilibrio presupuestario.
La Emancipación de las colonias americanas

Diversos factores explican el desencadenamiento del movimiento independentista:
 Descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, quienes pese a su riqueza tenían vedado el acceso a los grandes cargos políticos en las colonias, reservados a los peninsulares.
 Limitaciones al libre comercio y al desarrollo económico de las colonias impuestas por el régimen colonial. Estas limitaciones perjudicaban económicamente a la burguesía criolla.
 Influencia de las ideas ilustradas y ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de América.
 Crisis política producida por la invasión napoleónica, que privó de legitimidad a las autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias.
En el proceso de independencia se pueden distinguir dos grandes etapas:
1808-1814
Los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica, pero mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, enviando representantes a las Cortes.
Cuando Fernando VII fue repuesto en el trono, todas las colonias, excepto Argentina, volvieron a unirse a la Corona española, se reinstauró el absolutismo y se persiguió a los liberales y a los que pedían autonomía o independencia.
1814-1824
La vuelta al absolutismo provocó malestar y propició pronunciamientos militares que derivaron hacia posturas independentistas debido a la represión brutal de los españoles. Esta deriva fue alentada por Inglaterra, que quería hacerse con el control económico de la zona, y por Estados Unidos.
Entre los caudillos independentistas sobresalen las figuras de San Martín y Bolívar. Las guerras de independencia siguieron una trayectoria compleja y culminaron con la derrota española en Ayacucho en 1824. Esta batalla puso fin a la dominación española en América. Sólo Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas a la metrópoli.
Simón Bolívar planteó la unidad americana tras el fin del imperio hispánico. Las rivalidades locales, las mezquindades de los nuevos dirigentes, el atraso económico, las dificultades de comunicación y las maniobras de Estados Unidos llevaron al fracaso del ideal bolivariano y a la fragmentación política de la América hispánica.

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